ADIOS A UNA REFERENCIA
Hablar de Donna Summer es hablar, principalmente de buena
música, de una gran voz, de la reina de las discotecas setenteras y de una
tremenda influencia en gran parte de las
voces negras, blancas o de cualquier color que quiera acercarse o
atreverse con la música disco.
Pero, en mi caso, hablar de Donna Summer es hablar de una
referencia: la primera voz negra que me enamoró y que me hizo investigar por
esos caminos que me llevaron al soul más clásico o a los divertidos ritmos
funkys que hacía las delicias de cientos de pelos afros en las discotecas
estadounidenses de los 70.
Gracias a esa investigación uno fue entendiendo que también
se puede hacer soul siendo blanco y utilizando guitarras. Fui entendiendo cómo
el rythm and blues no es más que la conjunción del rock and roll y del blues.
Entendí también cómo el pop, considerado por muchos como ‘música blandita’
puede ser igualmente fruto de la
mezcolanza de estilos que no hace más que enriquecer y aportar, a pesar de
escuchar en muchas ocasiones que la fusión empobrece.
Hace poco escuché una frase que me llamó mucho la atención:
‘el artista puro ha muerto’. Y no deja de tener razón, puesto que los mercados
(malditos mercados que nos tienen como nos tienen) dañan la pureza, destruyen
la creatividad, arruina la originalidad. Y todo por vender, por vender más que
la competencia, aunque el producto vendido no tenga más duración que la de un
mero objeto de consumo.
Pero volviendo al tema principal de esta entrada, la
importancia musical de Donna Summer en mi vida parte de lo que he escuchado
siempre en mi casa.
Mi padre, como testimonio musical en mi vida era un amante
de la música clásica y, más concretamente de Von Karajan. Pero, a la vez tenía
otros ídolos como Dionne Warwick (tía de Withney Houston), Barbra Streisand y
la referida Donna Summer. Tres grandes
voces femeninas.
Y es, precisamente un sencillo grabado a dúo entre Barbra
Streisand y Donna Summer titulado ‘Enough is enough’ mi primera toma de
contacto con la primera voz negra que me impactó.
A ese sencillo se sumó una película llamada ‘Por fin ya es
viernes’ que relataba la historia de un grupo de jóvenes estadounidenses de los
70 cuyo mayor ilusión era que llegara ese día para ir a bailar a la discoteca.
En esa película, Donna Summer me descubrió un tema que para mí
se convirtió en la canción más significativa de la música disco: ‘Last dance’,
con una línea de bajo espectacular que se me quedó grabada en la memoria.
Pero la que es sin duda alguna la mejor canción de su
repertorio es ‘Bad Girls’ (¿verdad, Asun?), que ha sido cientos de veces versionada,
aunque me quedo sin duda con la versión que os presento en este blog con
Jamiroquai a dúo con Anastacia, otra grandísima voz soul negra, aunque blanca
de piel.
Descanse en paz.