miércoles, 29 de mayo de 2013

Por enésima vez.

Se produjo el milagro. Aquí estoy de nuevo, no sé cuánto tiempo duraré en esta enésima etapa, pero prometo que trataré de estar por aquí el mayor tiempo posible.

La culpa la tiene el pasado viernes por la noche, día en el que, tras largos meses de desaparición me reencontré con viejos amigos que siempre me demuestran que cuando construyes una buena base, la amistad resiste a pesar del tiempo.

Y más concretamente, gran culpable de que esté de vuelta por aquí, es mi amigo Juanma, el Sr. Liceras, un tipo al que siempre he admirado profundamente y del que siempre aprendo.


Me regañó. Me regañó por abandonar éste espacio y le respondí avergonzado que no me sentía con los mismos ánimos, ni con la inspiración necesaria para contar cosas que jamás llegué a pensar que podrían interesar a nadie.

Y me volvió a regañar. Esta vez por pensar que lo que escribía no tenía interés alguno para nadie contándome que él sólo sigue dos blogs, y uno de ellos es este que tenéis delante.

Dejándome llevar por esta baja autoestima de mierda que me pesa tanto, y sorprendido por los comentarios de alguien tan significativo para mi, quise sondear hasta qué punto era cierto lo que Juanma me decía y lo comenté a más amigos, quizá los que podrían darme una opinión más sincera y más valiosa.

Y la respuesta fue sorprendente. Tanto mi amigo Ale, presente durante los reproches (con cariño) de Juanma, como mi Asun de mis amores, como mi ex, Isa me dijeron lo mismo. Opiniones especialmente considerables para mi puesto que son gente que sé que me quiere bien y que también sé que no me doran la píldora.

Así que aquí estoy de nuevo, tras unos meses turbios, extraños, emocionalmente complicados, en el que, como me dijo hace poco otro gran amigo, Sergio, me estoy conociendo a mi mismo más que nunca… aunque, joder, cómo duele conocerse de la forma que me estoy conociendo.

Madurando a hostias como dije en cierta ocasión en mi perfil de Facebook, pero haciéndome más fuerte y asumiendo que los errores a veces son más necesarios que lo aciertos, pues cuando los superas, el aprendizaje obtenido es de mayor valía.

Hace años se me ocurrió pensar que la vida es como un videojuego cruel, en el que has de pasar por cientos de dificultades para terminar la partida. Y como tal videojuego, es algo divertido, porque es tan puta que no te da tregua.

Lo malo es que en los videojuegos, al terminar la partida consigues a la princesa, o conquistas un territorio… en el videojuego de la vida, la pantalla final es una cajita de pino.

Ríes, lloras, te descojonas, te puteas, te putean, te regalan, te quitan, te aman, te engañan, te dan, te roban, aparecen, desaparecen, te ilusionas, te cabreas, te desilusionas, temes, te alegras… en fin… no hay descanso. Y eso, aunque a algunos les suene raro, es lo divertido para mi.

Y no sé, pero parece ser que el contar todo esto de mi vida a algunos les apetece leerlo, y no sólo eso, sino que, además les gusta, e incluso lo esperan.


Sois estupendos, que lo sepáis.