domingo, 11 de agosto de 2013

¡¡¡Joder!!!

No sé si el problema soy yo o son los demás. El caso es que uno es como es, con sus virtudes y sus defectos. Y seguro que más defectos que virtudes, pero llevo una época en la que voy pasando por situaciones que, como mínimo me sorprenden, y mucho.

Yo soy como soy. Tanto para lo bueno como para lo malo. Y, como todos, tengo mis cargas, mis traumas, mis complejos, mis miedos, mis pavores, mis dudas. Pero eso no quiere decir que, ni trate mal a nadie, ni traicione confianzas, ni sea un maleducado y, ni mucho menos un desagradecido.

Y me equivoco. Muchas veces. Quizá más de las que me gustaría. Y me jode, no porque quiera ser perfecto, ni porque mi orgullo no me permita aceptar un error, sino porque considero que soy lo que soy gracias a mis aciertos, pero, sobre todo a mis errores. Y, porque pienso que, si estoy como estoy es precisamente por eso, por mis errores.

Aunque si os digo la verdad, doy gracias por haberme equivocado, y, aunque no sea de mi agrado, espero equivocarme muchas veces más, porque son todos esos errores los que forjan mi personalidad, mi forma de ser. Forma de ser que, aunque suene engreído, me gusta y de la que me enorgullezco.

No soy ni más, ni menos que nadie, pero tengo algunas cosas muy claras: cada individuo es como es, independientemente de los demás. Y por muy malas experiencias que haya tenido con algunas personas durante mi vida, no trato a todo el mundo de la misma manera, porque cada uno tiene sus circunstancias, y cada uno tiene su forma de ser y de pensar.

Por eso, aunque venga de unos meses que prefiero ni pensar, eso no quiere decir que tenga que estar de uñas con el mundo. Lo he pasado mal, muy mal con una persona, sí. Una persona que me ha demostrado que, al final, las cosas no son tan importantes como uno a veces las quiere ver. Una persona que me ha demostrado con sus actos… o, mejor dicho, con sus no actos, que no merece la pena ni el más mínimo recuerdo.

Aunque a esa persona tengo muchas cosas que agradecerle. Agradecerle que durante una etapa me dio vida, que me hizo ver con mi  comportamiento hacia ella que hay cosas en mi que no me gustan y que peleo por cambiar. Pero sobre todo agradecerle que ha sido mi mayor error personal y, aunque suene duro, de ahí he sacado el mejor aprendizaje.

Sin embargo, eso no significa que si se me presentan en la vida otras opciones u otras oportunidades, las descarte porque ayer lo pasé mal con una experiencia anterior. Básicamente porque eso es algo que, lo único que hace es cerrarte puertas. Es privarte de experiencias que, quizá son las que tú demandas. Privarte de compañías que te pueden hacer bien, que te pueden aportar y que tus propios miedos y tus frustraciones te impiden disfrutar por el simple hecho de estar encabronado con el mundo solamente porque alguien… una persona… te ha hecho daño…

Afortunadamente no todos somos iguales, y yo soy como soy… trato de ser amable y educado con todos, porque así es como creo que debe ir uno por la vida. O, como suelo decir, me gusta tratar a los demás como me gustaría que me trataran a mi, aunque esa forma de pensar me dé más disgustos que satisfacciones. Pero, ni voy a cambiar, ni nadie va a hacer que yo cambie ese aspecto de mi personalidad, porque creo firmemente en ella, por muchos sinsabores que me dé a cambio.

Como suelo decir, la vida es tan puta que no te da tregua, y eso es lo que la hace tan divertida y tan apasionante. Y, como mencioné hace pocos días, me quedo con una reflexión que escuché en una película, en la que un psicoanalista le decía a su paciente que, en la vida hay tres tipos de días: están los días malos, que, afortunadamente son pocos; los días buenos, que, por desgracia, son pocos, y los días normales, que son la mayoría, y son con esos días normales con los que debemos aprender a convivir. Y ahí radica el problema, que a algunos, la monotonía nos desespera, y necesitamos incentivos en la vida… no aprendemos a vivir con la normalidad.

Pero me rebelo. Me rebelo ante las cosas forzadas. ¡Coño!, las cosas son mucho más fáciles. ¿Por qué tenemos esa estúpida manía de hacerlo todo tan difícil? ¿Que estás mal? ¿Que he tenido muchos problemas? ¿Que he pasado por momentos muy difíciles? ¡Joder, yo también! Pero intento dejar todas esas cosas atrás, porque sé que llevar todo eso a cuestas, lo único que me va a suponer son más problemas aún y, sobre todo, va a ser una venda en mis ojos y en mi alma que no me va a permitir ver momentos, personas, situaciones, detalles de la vida que son dignas de vivir o, por lo menos hacer el intento o darse la oportunidad de conocer.


Repito, ni soy mejor, ni peor que nadie… sólo es que creo en mi forma de ser…aunque mi mayor problema y mi mayor enemigo soy yo mismo y mi autoestima… ¿paradójico? Sí, lo sé…