Dicen los que mejor me conocen que mi capacidad o mi forma
de expresión es rica en vocabulario y en recursos.
Los hay que afirman que tengo la manía de buscar siempre la
palabra exacta para describir lo que estoy contando o lo que estoy
expresando. Y me he encontrado más de
una vez con quienes me han llegado a decir…’perdona, es que yo no soy como tú,
que siempre buscas la palabra correcta´.
Es más… hay quienes me han dicho que soy un
seductor con las palabras y que lo que digo derretiría a cualquiera. Pues no
sé, porque bien, lo que se dice bien, no me va, ni sentimentalmente, ni laboralmente,
así que algo falla…
Vamos, que soy, lo que se suele decir, un tío con mucha
labia.
Es cierto que mis padres siempre han incidido mucho en que
una buena capacidad de expresión es un valor muy positivo, y se han preocupado
en que hablemos de forma correcta. Y estoy de acuerdo en que una sólida forma
de expresión es una buena carta de presentación.
Al respecto, me ha ocurrido algo significativo en los
últimos meses. Como ya muchos sabéis alquilo habitaciones a estudiantes,
trabajadores, y otras gentes de mal vivir, y en el mes de julio un chico,
futuro estudiante de Derecho se interesó por una de ellas.
Toda nuestra comunicación fue a través de whatsapp, y sólo
por la sorprendente capacidad de expresión de un chico de 18 años, y porque
escribiendo era yo el que usaba más abreviaturas que él, ya me gustó como
posible inquilino. Afortunadamente, se ha quedado con la habitación.
No es que sea más o menos repelente que nadie… que puedo
entender que alguien me considere así. Lo que me pasa es que, cuando expreso
sentimientos, o cuento alguna anécdota, siempre trato de que mi interlocutor
capte la esencia de lo que estoy contando o lo que estoy expresando. Por ello,
muchas veces me atasco tratando de buscar esa palabra correcta, esa palabra
exacta que defina a la perfección lo que quiero decir.
Sin embargo, hay palabras que considero que no se deben
decir así como así, a la ligera. Evidentemente, un ‘te quiero’, o su antónimo, ‘te
odio’, son expresiones que debemos tener mucho cuidado al decir, porque no todo
el mundo las merece.
Y, en ésta línea, no es que tenga palabras tabú, sino que,
más bien, tengo palabras que reservo solamente a momentos o personas que son
merecedoras de ellas.
Y una de éstas palabras es la que da título a ésta entrada: ‘siempre’.
‘Siempre’ es una palabra que, para mi lleva implícita una
carga importante. Decir ‘siempre’ es una forma notable y peligrosa de
comprometerse… y para mi, el compromiso es un valor con el que también hay que
tener mucho cuidado.
Asegurar que ‘siempre’ ocurre algo es más o menos fácil,
puesto que solemos decirlo cuando sabemos que sucede una y otra vez sin
excepción. Pero decirle ‘siempre’ a una persona, y más cuando se tratan de
sentimientos… ¡cuidado! Nos estamos pringando hasta el cuello.
Yo lo he dicho en multitud de ocasiones, y, como todo, a
veces me ha salido bien, y otras veces me ha salido mal. Pero la culpa de que
haya salido mal no es mía. Porque cuando yo lo digo, lo digo de forma sincera y
convencido de a quién se lo estoy diciendo y por qué se lo estoy diciendo. Si
con el tiempo, y con los actos, te das cuenta de que te has equivocado de
persona te sientes algo estúpido, pero con la conciencia tranquila, porque el
que ha fallado no has sido tú.
Por eso mismo cada día soy más cauto. Sigo pensando que una
buena capacidad de expresión es un valor importante en las personas, pero las
circunstancias, las experiencias y los errores…otra vez los errores, me hacen
cada vez más selectivo a la hora de decirlo.
Otro día hablaré de los insultos…