Se produjo el milagro. Aquí estoy de nuevo, no sé cuánto
tiempo duraré en esta enésima etapa, pero prometo que trataré de estar por aquí
el mayor tiempo posible.
La culpa la tiene el pasado viernes por la noche, día en el
que, tras largos meses de desaparición me reencontré con viejos amigos que
siempre me demuestran que cuando construyes una buena base, la amistad resiste
a pesar del tiempo.
Y más concretamente, gran culpable de que esté de vuelta por
aquí, es mi amigo Juanma, el Sr. Liceras, un tipo al que siempre he
admirado profundamente y del que siempre aprendo.
Me regañó. Me regañó por abandonar éste espacio y le respondí
avergonzado que no me sentía con los mismos ánimos, ni con la inspiración
necesaria para contar cosas que jamás llegué a pensar que podrían interesar a
nadie.
Y me volvió a regañar. Esta vez por pensar que lo que
escribía no tenía interés alguno para nadie contándome que él sólo sigue dos
blogs, y uno de ellos es este que tenéis delante.
Dejándome llevar por esta baja autoestima de mierda que me
pesa tanto, y sorprendido por los comentarios de alguien tan significativo para
mi, quise sondear hasta qué punto era cierto lo que Juanma me decía y lo
comenté a más amigos, quizá los que podrían darme una opinión más sincera y más
valiosa.
Y la respuesta fue sorprendente. Tanto mi amigo Ale,
presente durante los reproches (con cariño) de Juanma, como mi Asun de mis
amores, como mi ex, Isa me dijeron lo mismo. Opiniones especialmente
considerables para mi puesto que son gente que sé que me quiere bien y que
también sé que no me doran la píldora.
Así que aquí estoy de nuevo, tras unos meses turbios,
extraños, emocionalmente complicados, en el que, como me dijo hace poco otro
gran amigo, Sergio, me estoy conociendo a mi mismo más que nunca… aunque,
joder, cómo duele conocerse de la forma que me estoy conociendo.
Madurando a hostias como dije en cierta ocasión en mi perfil
de Facebook, pero haciéndome más fuerte y asumiendo que los errores a veces son
más necesarios que lo aciertos, pues cuando los superas, el aprendizaje
obtenido es de mayor valía.
Hace años se me ocurrió pensar que la vida es como un
videojuego cruel, en el que has de pasar por cientos de dificultades para
terminar la partida. Y como tal videojuego, es algo divertido, porque es tan
puta que no te da tregua.
Lo malo es que en los videojuegos, al terminar la partida
consigues a la princesa, o conquistas un territorio… en el videojuego de la
vida, la pantalla final es una cajita de pino.
Ríes, lloras, te descojonas, te puteas, te putean, te
regalan, te quitan, te aman, te engañan, te dan, te roban, aparecen,
desaparecen, te ilusionas, te cabreas, te desilusionas, temes, te alegras… en
fin… no hay descanso. Y eso, aunque a algunos les suene raro, es lo divertido
para mi.
Y no sé, pero parece ser que el contar todo esto de mi vida
a algunos les apetece leerlo, y no sólo eso, sino que, además les gusta, e incluso lo
esperan.
Sois estupendos, que lo sepáis.
Menos mal!!!!! Te estábamos esperando por que tanto tiempo pérdido!!!
ResponderEliminarUn placer volver a leerte.
ResponderEliminarMi única pena es que necesitases que te recordaran que nos gusta leerte; y tal vez - tal vez, sólo- que me gustaría más que no escribieras pensando en los que te leen.
Ya sabes, más en plan, escribo lo que me sale del alma ... o de ls webs. ;-)