viernes, 20 de marzo de 2020

¿Por qué fotografía de calle?


Es una explicación sencilla. Cuando empecé a interesarme más intensamente por la fotografía practiqué con lo que tenía más a mano. Comencé a fotografiar lugares de Málaga, la ciudad donde vivo. Lugares típicos. Lugares que, por algún detalle me llamaba la atención. Y a la vez me formaba con decenas de tutoriales en youtube. 

El triángulo de exposición, el histograma, el uso de la luz, la hora azul, la hora dorada,  la profundidad de campo, las reglas de composición, el revelado digital… mil cosas que daban vueltas por mi cabeza hasta que un día, no sé muy bien por qué, todo eso se ordenó y empecé a entenderlo.

Y seguí un gran consejo, creo que el mejor de todos aquellos a los que yo veía en youtube: documéntate.  Una de las claves es ver mucha fotografía. Estudialas, intenta entender por qué tal o cuál fotógrafo hace esa foto. Por qué ese encuadre, por qué esa composición, qué intención busca.

Y en esas me encontré con la fotografía de calle. Con fotógrafos como Alex Webb, Vivian Maier, Cartier-Bresson, Robert Frank, Jota Barros, Alan Schaller, Rober Tomás… etc. Y ahí lo tuve claro. Yo quería eso. Yo quería salir mil veces por las mismas calles y encontrar y fotografiar momentos diferentes. Esperar en un punto a que algo pase. Anticiparme a lo que puede ocurrir para congelarlo y encontrar personajes que me llamen la atención por cualquier motivo y romper con la timidez para preguntarles si son tan amables de permitirme fotografiarles, y en otras ocasiones hacer un robado para que no se me vaya el momento justo que quiero captar. 

Y, como siempre pasa, a medida que vas haciendo, a medida que vas estudiando y observando, tu capacidad de percepción mejora, aumenta. Y ahora me encuentro en un punto en el que cada vez que salgo a la calle voy buscando fotos por todas partes, lleve mi cámara o no. Puede parecer obsesivo, pero es un disfrute, porque tomo notas mentales para en mi próxima salida fotográfica tratar de conseguir esa foto que me he imaginado (leyendo esta frase entiendo que cualquiera que lo lea me tome por loco). 

Porque la fotografía de paisaje está muy bien, es bonita, pero está siempre ahí. Sólo cambia por las estaciones del año. La fotografía de arquitectura o la monumental , pues sí... tiene su gracia, pero también está siempre ahí, es inamovible. Como mucho puedes jugar con la luz a diferentes horas del día, la composición y el encuadre. La fotografía macro es espectacular, al igual que la astrofotografía, pero, no sé... no me dice nada. Y la de retrato, me gusta, aunque no me apasione, porque prefiero gestos espontáneos a posturas estudiadas. Aunque tengo pendiente una sesión de retrato con una buena amiga para cuando el fucking coronavirus nos permita salir a la calle. 








Lo que encuentro apasionante de la fotografía de calle es el momento. Un momento que, por muy cotidiano que sea va a ocurrir en ese instante. Sólo en ese instante. Y volverá a ocurrir mil veces más, pero con otros protagonistas y de otra forma. Y todo eso tiene un halo poético en el que uno está retratando la vida. Los gestos y actos cotidianos que, por reiterativos y mecánicos, no le damos ninguna importancia.

Retratar a los personajes que día a día son nuestros compañeros de escenario. Un escenario que es el de siempre, pero que visto desde el punto fotográfico ofrece cientos de matices.

1 comentario:

Opina, pero no seas cruel.